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SANDA SAINZ
Sábado, 25 de febrero 2017, 23:58
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Juanjo y Nieves llegan a Navajún. Son habituales del pueblo y siempre que pueden están allí aunque viven en Logroño. Les reciben quince gatos y tres perros que permanecen junto a la casa esperando comida que Juanjo les da cada semana.
Navajún es la localidad más alejada de la capital riojana. Está a 108 kilómetros de Logroño por el itinerario más corto (pasando por Arnedo, Grávalos y Cervera). Hay otras rutas de entre 118 y 138 kilómetros.
Nieves Gómez califica la vida aquí como algo especial: «Es muy apacible para los que venimos a descansar; un sitio mágico y único por la pureza del aire y el silencio».
Su marido, Juanjo, desciende de Navajún, donde cultivan un huerto ecológico. «No hay contaminación de ninguna clase, ni lumínica, ni acústica. La tierra está muy pura y los productos son muy buenos», indica Nieves que destaca, además, las curas de salud que se pueden hacer con las aguas medicinales (ferruginosas y sulfurosas) de la zona, para recuperar energía y vitalidad.
«Llevo viniendo cuarenta años y en este tiempo ha cambiado mucho Navajún. Antes había más gente, más rebaños, más vida. Ahora apenas quedan dos familias», explica la mujer y añade que «en verano, cuando más personas estamos, somos como una gran familia y todos nos ayudamos». También comenta la necesidad de una limpieza general del casco urbano para mejorar su aspecto.
Cuatro kilómetros antes de Navajún está Valdemadera. Pedro Fernández acude a su huerto, tiene 88 años y siempre ha vivido en la localidad, con su mujer Mª Paz. «Si necesitamos médico porque ha pasado algo llamamos al centro de salud de Aguilar o a urgencias a Cervera y viene», dice.
No conduce y reconoce que si no fuese por la familia (les llevan y les traen al médico cuando lo necesitan y les suben la compra de alimentos y otros productos ya que en Valdemadera no hay tiendas) se tendrían que haber ido.
Pedro afirma que en Valdemadera están muy tranquilos y viven bien y riendo asegura que «aunque me hubieran dado gratis un piso en la capital no habría ido allí. Si eso es un agobio...»
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