Ayer se celebró el segundo día de las XI jornadas de artesanía medieval y, como ocurrió el sábado por la tarde en el desfile inaugural, el mal tiempo estuvo presente. A pesar de ello, la gente volvió a llenar el mercado. Había vehículos por las eras y acceso, incluso tuvieron que aparcar en la carretera y en la báscula.
En algunos momentos llovió pero no tanto como para no poder pasear por los puestos, recorrer las almenas del castillo, degustar los productos que se ofrecían y participar en alguna de las actividades previstas.
Respecto al programa, el tiempo motivó el cambio de ubicación y la suspensión o la variación de ciertos actos. Así, debido a que el suelo estaba mojado y resultaba peligroso, la exhibición de lucha de la mañana se transformó en una explicación de la armadura de los soldados y la de cetrería se retrasó varias horas.
Los niños corrieron de un lado a otro del pueblo en la gymcana medieval que terminó en el interior del castillo y los gaiteros de Arnedo y Cervera del Río Alhama animaron con su música las zonas del mercado (plaza del Bagar, plaza Mayor e inmediaciones del castillo).
Como en años anteriores, los monjes del convento llegaron con un burro y repartieron 'la sopa boba'. Fue uno de los productos gastronómicos que los visitantes pudieron degustar. También patatas y chorizo asado y champiñón.
En la plaza Mayor hubo paella y se abrió el salón de usos múltiples para comerla en condiciones. Además, frente al Ayuntamiento se instalaron varios puestos de comida y bebida.
El balance fue positivo un año más, sobre todo teniendo en cuenta que la malas condiciones climatológicas no impidieron la celebración de las jornadas y la asistencia de gran cantidad de público.