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Los niños disfrutaron con su batalla en las campas del Ferial. :: c.v.
El vino, sin alcohol, sí es cosa de niños

El vino, sin alcohol, sí es cosa de niños

Los pequeños lanzaron más de 2.000 litros en su batalla en el Ferial

Cristina Valderrama

Domingo, 28 de junio 2015, 10:33

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Era sábado, hacía calor y todo apuntaba a que esta contienda iba a ser numerosa y populosa. Y así fue. Cientos de personas participaron en la Batalla del Vino Infantil, hermana de la mayor y similar en todo salvo el lugar y en que la munición no lleva alcohol. Hace más de una década que a las peñas se les ocurrió crear una fiesta para que los más pequeños pudieran disfrutar de la batalla prácticamente desde la cuna.

Y los propios niños han convertido esta fiesta en su fiesta. Pequeños que arrastran a padres, abuelos, tíos y amigos. Así que ayer, por la calle Navarra bajaba una marea de gente con destino las campas del Ferial.

La ofrenda a San Felices, con sus riscos incluidos, dio por inaugurada la batalla. Carreras de un lado para otro, niños que se enfrentaban bota en mano, otros que preferían beberse el vino sin graduación. Y los mayores se convertían también en objetivo de los pequeños.

La bota sigue siendo la herramienta más utilizada y la que se promueve desde la organización. Los 2.000 litros que lleva el Ayuntamiento de Haro a la campa son sólo para aquellos que utilizan botas. Y ayer se repartieron cuatrocientas nuevas.

Aun así cada vez hay más niños que prefieren llevar pistolas de agua. E incluso, aunque la organización recalca que no se puede, muchos traen el mosto de casa para que la munición no se agote. Pero siempre sin alcohol ya que la fiesta es para los pequeños, desde la cuna hasta los diez o doce años.

El blanco de la ropa enseguida pasó a ser morado y unos tres cuartos de hora después, las camisetas se secaban al sol mientras que los romeros daban buena cuenta de los almuerzos y del chocolate que repartían las asociaciones. Secos y con camiseta limpia comenzaban el camino hacia las vueltas.

A las doce empezaron las vueltas hasta el quiosco para continuar por la Herradura. Y aquellos que no habían ido a la batalla salieron a recibir a los pequeños romeros que bailaban entusiasmados las canciones más jarreras.

Lluvia de caramelos desde la Casa del Santo y vaquillas de cartón piedra para terminar una fiesta que ya se ha hecho muy grande.

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