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Interior de la sala de autopsias./FERNANDO DÍAZ
Donde el cuerpo humano desvela todos sus enigmas
la rioja

Donde el cuerpo humano desvela todos sus enigmas

Con una plantilla de 17 personas, 8 de ellas médicos forenses, el IML atendió el año pasado 2.586 casos | El Instituto de Medicina Legal de La Rioja cumple diez años entre autopsias, evaluaciones médicas y psiquiátricas y una unidad forense especializada en violencia de género

PPLL

Lunes, 17 de marzo 2014, 09:34

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Ajenos al cegador brillo de las relucientes salas de autopsias televisivas que las series americanas acercan casi cada noche hasta nuestro sofá, los profesionales del Instituto de Medicina Legal (IML) de La Rioja mantienen activo el servicio las 24 horas de cada día del año con la misión última de hallar la verdad.

Con la imagen de neveras y mesas repletas de cadáveres que la ficción ha fijado en el ideario popular, los difuntos no son, ni mucho menos, el grueso de la clientela de la medicina forense en la región. De hecho, el servicio de patología forense del IML sólo practicó 118 estudios necrópsicos el año pasado mientras la unidad de clínica médico forense del instituto daba respuesta a 2.586 casos, en su mayoría evaluaciones periciales sobre lesiones -accidentes de tráfico, siniestros laborales y agresiones- y valoraciones psiquiátricas.

«Lo que hacemos nosotros aquí es atender y asesorar a los juzgados y tribunales en todas aquellas materias médicas o biológicas, bien desde una perspectiva psiquiátrica o desde la clínica», resume Jorge González, director del Instituto de Medicina Legal de la Rioja, un centro que el pasado noviembre cumplió sus primeros 10 años de vida y que espera impaciente su próximo traslado al nuevo Palacio de Justicia.

Con una superficie de 350 metros cuadrados salpicada de despachos administrativos y estancias para la práctica de reconocimientos médicos o psiquiátricos, la joya del recinto es, pese a todo, su espaciosa sala de autopsias. «Aunque no es como las de la tele, disfrutamos de una sala que es amplísima, tiene más de medio centenar de metros cuadrados, y que, además, está muy bien dotada materialmente», agradece Jorge González.

Junto a ella, aunque separada por una hermética puerta automática, la sala de cámaras, con capacidad para conservar, a 3 grados, hasta seis cuerpos durante una quincena de días. Una cabina de congelación, a 20 bajo cero, sirve para guardar durante meses restos y muestras o aquellos cadáveres que nadie reclama o que, por exigencias de la investigación, deben permanecer en el instituto.

«Cualquier persona que fallece de manera violenta o cuando hay sospecha de criminalidad es susceptible de que le hagamos un estudio médico-legal para averiguar cuándo ha muerto, cómo, por qué...», aclara el director del IML. Para ello, tras la apertura de las tres cavidades -cabeza, tórax y abdomen-, se realiza el estudio macroscópico de los órganos, su pesaje, evaluación y análisis en busca de lesiones o enfermedades, examen que se suele completar con los informes sobre tejidos y muestras que se remiten al laboratorio de referencia, el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses de Madrid.

Trascendencia social

Con algo más de la mitad de las autopsias relacionadas con muertes de etiología violenta (homicidios, suicidios, accidentes de tráfico, siniestros laborales...), el objetivo es conocer la realidad de lo sucedido. «¿Que si un cadáver cuenta todo sobre esta mesa? Hay un aforismo que dice que una autopsia blanca, aquella en la que no se obtiene resultado, es una autopsia mal hecha. Cada vez estamos llegando más lejos y hoy hablamos de nuevas técnicas, de autopsias moleculares y estudios genéticos, con las que podemos ver lo que antes no veíamos. Sí, se puede llegar a ver todo», asevera Jorge González.

Sin embargo, la labor forense va más allá y a menudo los informes adquieren trascendencia social. «Sí, a veces detectamos en las autopsias enfermedades de carácter genético, con lo que, además de transmitir al juzgado que se ha tratado de una muerte natural, entregamos un informe a los familiares para que puedan iniciar tratamiento preventivo de ese mal hereditario, lo que está dando muy buenos resultados», destaca el máximo responsable del IML.

Además del área patológica, la actividad diaria del centro se concentra en el servicio clínico, encargado de la valoración de aquellas personas lesionadas cuya situación requiera de la intervención judicial sea por una agresión, un accidente. O por violencia de intrafamiliar.

Si la autopsia permite desvelar todos los enigmas, la valoración de lesiones de un médico forense tampoco deja resquicio a los secretos. «Los datos objetivos en caso de lesiones físicas no engañan porque son los que son y se trata de determinar el mecanismo causal de las mismas para poder confirmar el testimonio de los hechos o, por el contrario, demostrar que estos no se han producido como se han relatado», explica González, para rematar: «Sí, las lesiones nos lo cuentan todo».

Con delegaciones en Calahorra y Haro, otra parte importante de la tarea diaria clínica en la sede central logroñesa (Hermanos Hircio, 5) tiene que ver con las valoraciones psiquiátricas, tanto en el caso de la imputabilidad de un detenido -acreditar si sabía lo que hacía en el momento de los hechos-, como para declaraciones judiciales de incapacidad o un posible internamiento.

De la frialdad a las emociones

Sin embargo, el tercer gran eje del IML es la Unidad de Valoración Forense Integral de la Violencia de Género, área que sólo el pasado año realizó 181 valoraciones de casos relacionados con la violencia en el ámbito intrafamiliar, en su mayoría malos tratos a mujeres por parte de su pareja o ex pareja, con 120 víctimas atendidas. «Los informes y valoraciones sirven para realizar estudios posteriores sobre víctimas de la violencia de género que trasladamos luego a los responsables institucionales para que puedan arbitrar medidas que, a la vista está, consiguen resultados», asevera González, quien confiesa que lo que más le cuesta encajar son, además de las autopsias infantiles, «las agresiones a los más vulnerables: menores, mujeres, ancianos...».

«Los niños nos afectan a todos, sin duda», tercia Mercedes Martínez, jefa del Servicio de Clínica del IML. Entusiasta de su profesión -«La Medicina Legal es hija del Derecho y de la Medicina», recuerda orgullosa-, la vive con pasión investigadora, aunque admite que «hay ocasiones en las que es imposible desprenderse de la influencia de las emociones». Además de las autopsias a niños, cita los homicidios con especial brutalidad, las muertes por violencia de género y los accidentes mortales provocados por un conductor bebido. De hecho, pese a que han pasado ya varios años la experta aún recuerda aquel lejano día en que tuvo que realizar «seis autopsias consecutivas tras un accidente provocado por un conductor muy bebido que venía de celebrar su cumpleaños y que estrelló en una recta su vehículo contra el coche de una familia alemana. Eso duele mucho y como médico forense, aunque tengas una cierta frialdad casi obligatoria a la hora de una autopsia, es muy difícil de asumir», remata.

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