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'Minibotellones' celebrados en el entorno del parque de Miguel Hernández, donde algunos pequeños grupos de jóvenes se resguardaban en los soportales por la lluvia. :: JONATHAN HERREROS
LOGROÑO

El botellón se dispersa desde la Concordia a otros puntos de Logroño

Interior proseguirá con su campaña preventiva a fin de evitar que adquieran fuerza 'zonas calientes' como el cubo del Revellín y el entorno de la muralla La presencia policial, con una patrulla fija 125 noches en lo que va de año, fragmenta el fenómeno en minibotellones reduciendo problemas... El reto es «que no se consoliden»

JAVIER CAMPOS

Domingo, 3 de noviembre 2013, 01:47

Sigue ahí, pero disperso... «Difuminado o diluido», según el Ayuntamiento de Logroño; «diseminado», según la Federación de Asociaciones de Vecinos de La Rioja. Dicho de otro modo: «dividido entre diferentes sitios», según los inquilinos de la comunidad de propietarios de Miguel Hernández 1, avenida de Bailén 2 y General Urrutia 1, 3 y 5, los mismos que venían padeciendo el problema a puerta de sus casas desde el 2007 ante la falta de respuesta por parte de la Administración local.

Hoy, varios años después, el gran botellón que se congregaba cada fin de semana en el parque de la Concordia, en el entorno de las viviendas conocidas como 'palacinas', ha dado lugar a pequeños botellones aquí y allá (algunos no pasan del conato) disminuyendo considerablemente las molestias y desperdigando el problema, aunque con la policía siempre alerta. «El compromiso era actuar en la ribera sur del Ebro y, despejada esa zona, el objetivo es que no se consolide en otras áreas de la ciudad», explica el concejal de Interior y portavoz municipal, Miguel Sáinz.

La disgregación del botellón, que actualmente se esparce por múltiples zonas de Logroño aunque con tendencia a concentrarse en el cubo del Revellín, es un hecho constatable desde que en los 'sanmateos' del 2012 la situación se desmadrase. Lo cierto es que desde entonces se tomaron cartas en el asunto y, actualmente, el mismo se ha fragmentado en 'minibotellones' por otros lugares mucho menos multitudinarios.

Desde ese mismo septiembre en cuestión, la Policía Local, sin necesidad de esperar a la denuncia ciudadana sino interviniendo a iniciativa propia, trabaja en las consideradas 'zonas calientes' a fin de que las concentraciones de jóvenes y no tan jóvenes bebiendo en la calle no causen molestias a los vecinos, previniendo desperfectos en los bienes públicos y privados y evitando el consumo de alcohol entre los menores.

El resultado, un año después de que se comenzase a 'invitar' a los jóvenes a ir abandonando el entorno urbano por las zonas verdes más cercanas al río, se ha visto traducido en su disolución dando como frutos pequeños focos mucho más controlables en zonas abiertas como el Espolón, la plaza de la Paz o el parque de Miguel Hernández, o cerradas como los pasajes de Miguel Villanueva, Hermanos Moroy, Duquesa de la Victoria, Bretón de los Herreros o Vara de Rey.

Lugares en los que se ha dispersado pero en los que la presencia policial preventiva es constante e intermitente los jueves, viernes, sábados y víspera de festivos entre las 11 de la noche y las 2 de la madrugada. Tanto que, en lo que va del 2013, un total de 125 noches han contado con al menos una patrulla dedicada casi exclusivamente a tales labores, siendo la actitud de los jóvenes, en palabras del concejal, «correcta» y, por tanto, carente de altercados. «Cuando llegamos al Ayuntamiento nos encontramos con un problema que persistía y sin una patrulla fija en la Concordia. Así que a partir de ahí se reforzó la vigilancia y ya en septiembre del 2011 se comenzó a desplazar a los jóvenes a los lugares más alejados de las viviendas más afectadas dando resultados a comienzos de este año. De hecho, teníamos prevista una campaña concreta de concienciación con educadores sociales que finalmente, con el botellón disipado, no se llegó a poner en marcha», cuenta Sáinz.

La patrulla en cuestión ya no está fija, sino que se desplaza por los nuevos focos, asentándose actualmente en el cubo del Revellín, que sí que parece tomar fuerza. «Ahora hay que tener cuidado para que no se desplace y que no se consolide en ningún punto de referencia... al diluirse en sitios más pequeños, lo cierto es que hay menos quejas», confiesa el edil.

Las quejas siguen

«Quejas sigue habiendo». Tal sentencia, en boca de la presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de La Rioja, María Ángeles Matute, pone de manifiesto que el botellón, aunque no es lo que era, sigue suponiendo un problema en Logroño. Si bien es cierto que atrás quedaron los tiempos en que los escritos de protesta se amontonaban en el Ayuntamiento, el fenómeno, latente a diario y patente durante los fines de semana, sigue saliendo como denuncia recurrente entre los vecinos. «El problema sigue ahí, solo que ha cambiado de forma y de sitios», precisa Matute. «Mejor que estén ahí, lejos en cualquier caso, que en tu puerta», concluye sabedora de las dificultades para atajar el problema.

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