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PILAR HIDALGO
Jueves, 3 de enero 2013, 01:50
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A miles de kilómetros de distancia, el pensar en La Rioja despierta una sonrisa entre la cuarentena de militares de la base de Agoncillo destacados desde hace unas semanas en Afganistán.
Pasan las fiestas navideñas lejos de sus familias, de su hogar; pero ahuyentan la melancolía con la satisfacción de quien siente el respaldo de los suyos. «Sabemos que desde España valoráis la labor que realizamos en este lejano país para que se convierta en un lugar más seguro y sus gentes puedan prosperar», traslada a modo de portavoz el teniente coronel del Batallón de Helicópteros de Maniobra III (BHELMA III), con sede en la localidad riojana, Mariano Arrazola.
Estos efectivos están integrados en la unidad ASPUHEL XXXII, de la que también es jefe Arrazola, y que relevó al destacamento de helicópteros del Ejército de Tierra que había estado desplegado en los últimos meses en la base de apoyo avanzado de Herat, en el oeste afgano. Allí, como miembros de la gran coalición internacional que forma la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, en inglés) desarrollan distintas misiones de vuelo en toda la región oeste. «Volamos a diferentes puntos de este área donde están presentes unidades de la ISAF, especialmente españolas e italianas, para realizar helitransportes de personal, apoyo logístico...», explica.
A preparar y ejecutar estas operaciones dedican casi todo su tiempo. «Aquí estamos veinticuatro horas los siete días de la semana. Pero volar resulta un privilegio para los que disfrutamos de esta profesión. Y hacerlo en zona de operaciones, con las exigencias de la misión y de las condiciones del entorno físicas y de seguridad hacen que cada día de vuelo se convierta en un reto para toda la unidad», continúa el jefe de ASPUHEL XXXII.
La seguridad, prioritaria
Cumplir con el mandato en las mejores condiciones de seguridad constituye una prioridad para este grupo. «Una de las características de la unidad es que lleva años participando en operaciones en el exterior, por lo que la mayoría de los que ahora estamos en Afganistán tenemos experiencia. Más de uno ha pasado aquí otras navidades», refrenda. Esa experiencia es fundamental a la hora de gestionar los meses fuera de casa, convivir y «para que cada uno saque lo mejor de sí mismo en estas situaciones difíciles». El factor humano resulta determinante, al igual que los medios operativos. «Siempre cuidamos de nuestros helicópteros, pero estos meses más aún: son nuestra herramienta de trabajo y de ellos dependemos para cumplir nuestra misión», reitera Arrazola.
De vuelta de éstas, su día a día transcurre en el interior de la base española en Herat, protegidos por fuertes medidas de seguridad. Allí, entre operación y operación, buscan un rato para juntarse a tomar un café, echar la partida o compartir alguna vianda que envía un familiar desde España. Son, además de los vuelos, de los momentos que más recuerdan de su estancia en Afganistán. «No digamos nada si tenemos tiempo para preparar la comida juntos. Siempre hay un maestro paellero o uno que sabe asar bien, aunque falten el sarmiento y las chuletillas de La Rioja», evoca.
Tendrán que combatir esa morriña hasta mayo, cuando está previsto su regreso a casa. Mientras tanto, desean a todos los riojanos «una muy feliz Navidad y que el 2013 traiga muchas alegrías».
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