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CASTELLANO | orígenes

Los investigadores de Valpuesta rebajan su apuesta por ser "origen" del castellano

Los autores del estudio sobre "el becerro" afirman ahora que no pretenden establecer el lugar del nacimiento del castellano

EFE

Martes, 23 de noviembre 2010, 18:31

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Entre los siglos IX y XII los escribas del monasterio burgalés de Valpuesta anotaban donaciones o compraventas en latín, pero involuntariamente deslizaban términos de lo que luego se llamaría castellano. Ahora, un grupo de expertos ha editado estos documentos, esenciales para profundizar en los orígenes del español.

Esos documentos han sido analizados en profundidad durante siete años por un equipo de investigación dirigido por José María Ruiz Asencio y el resultado son los dos volúmenes del libro "Los Becerros Gótico y Galicano de Valpuesta", que fue presentado hoy en la sede de la Real Academia Española, coeditora de la obra junto con el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua.

La importancia de esta obra, que estudia 187 documentos fechados entre el siglo IX y el XIII, radica también en que los denominados becerros o cartularios contienen algunas de las palabras más antiguas escritas en español, aunque los autores aseguran que no pretenden establecer que "la cuna del castellano sea Valpuesta".

"Una lengua no nace en sitio ni en fecha determinados sino que se deja sentir en caminos y aldeas, viñas y manzanares, iglesias y monasterios", decía hoy Gonzalo Santonja, director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, al intentar zanjar la polémica de cuál fue la cuna del castellano, si San Millán de la Cogolla, Santo Domingo de Silos, Cardeña, Oña, Sahagún, Covarrubias..., etc.

"Las lenguas nacen en la calle y este tipo de documentos constituyen testimonios escritos recogidos en diferentes monasterios" y que reflejan en qué fase se encontraba el latín en su paso al romance castellano, añadía Santonja.

Santonja, autor de una de las introducciones del libro, participó en la presentación junto con la consejera de Cultura de la Junta de Castilla y León, María José Salgueiro; el vicedirector de la Real Academia Española, José Antonio Pascual, responsable del prólogo, y Ruiz Asencio.

Dirigido a filólogos y a historiadores, el libro que ahora ve la luz continúa la senda de otros estudios realizados por el Instituto para ahondar en los orígenes del castellano.

Los becerros de Valpuesta (becerros, como recuerda el Diccionario de la RAE, son esos libros en que "las iglesias y monasterios antiguos copiaban sus privilegios para el uso manual y corriente"), estaban redactados en latín, pero ya no era la lengua pura de siglos atrás, sino que la escribían con incorrecciones.

Como explicó Santonja, en los siglos IX, X y XI, los que llegaban a este monasterio del norte de la provincia de Burgos con intención de hacer donaciones, ventas, permutas o testamentos querían que esos datos quedaran por escrito, pero habitualmente no sabían latín, sino que se expresaban en romance.

El escriba que iba tomando nota de todo aquello intercalaba así en el texto latino palabras y giros romances y desviaciones respecto a la sintaxis latina. Todo ello apuntaba ya al nacimiento de una nueva lengua, cuyos testimonios han traspasado los siglos gracias a "la importante labor de los monasterios medievales", subrayó Pascual.

En esos documentos "el asalto de las lenguas romances al latín es ya muy evidente", y se deslizaban palabras como "cuenka", en lugar de la latina "conca"; fuero ("foru"), fresno ("fraxinu") o "conceio" ("conciliu"). También hace acto de presencia también el artículo, inexistente en latín.

En el Becerro Gótico y en el Galicano de Valpuesta se documenta ya la desaparición de las declinaciones y la irrupción de las preposiciones, así como el uso de la conjunción romance "que" y la evolución hacia la invariabilidad del relativo "que".

Gracias al exhaustivo estudio paleográfico que han realizado Ruiz Asencio, su hija Irene Ruiz Albi y el investigador Mauricio Herrero, se ha identificado la presencia de 34 escribas o manos diferentes en el Becerro gótico de Valpuesta, el más importante, según explicó el director de la investigación. EFE

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