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Botet, con Álex de la Iglesia. :: J. R. LADRA
El monstruo que amaba a Bambi
SOCIEDAD

El monstruo que amaba a Bambi

Nació con el síndrome de Marfan y un físico muy peculiar. Javi Botet ha sabido utilizarlo para cumplir su sueño: hacer cine. Fue la niña de Medeiros en 'Rec' y ahora mira con descaro hacia Hollywood

TEXTO: ARTURO CHECA

Domingo, 17 de enero 2010, 02:08

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A Javi le han dado dos veces por muerto. E incluso le han metido en la tumba. «El otro día me mataron en (Antena 3)». La primera vez despertó de la anestesia en la UVI de un hospital. Los médicos gritaban y corrían. «¡Se nos va, se nos va!». La segunda, los facultativos no apostaban ni un euro por él. Una noche llamaron a sus padres para que se prepararan para lo peor. Pero Javier Botet (Ciudad Real, 1977) es un superviviente. Más aún. Ha sabido convertir su peor enemigo en su mejor aliado: su propio cuerpo.

Javier es uno de los 13.000 españoles aquejados del síndrome de Marfan, una lotería genética que afecta a uno de cada 5.000 seres humanos. «Gente como él es un referente para nosotros. En lugar de esconderse sacan partido a su físico», destaca Nicolás Beltrán, presidente de la Asociación Síndrome de Marfan (Sima). Celebridades como Abraham Lincoln, Niccolo Paganini o Franz Liszt estaban afectados. A Botet le ha llevado cinco veces al quirófano. El FBN1 tiene la culpa. El anormal comportamiento de este gen afecta a la fibrilina, principal integrante del tejido conectivo, el 'pegamento' del organismo. El exceso de laxitud en los órganos es su mayor riesgo, algunos letales como el aneurisma de aorta: «Se te rompe la arteria y te mueres sin darte cuenta». El enorme crecimiento del cuerpo es otra consecuencia, visible en los dos metros de Botet (repartidos en 56 kilos) y en unas manos de dedos largos y delgados (aracnodactilia). «Me divierto con mi cuerpo», ironiza este manchego de cuna, granadino de adopción y madrileño por necesidad profesional.

«Ha llorado mucho por los disgustos que le daba su organismo. ¡Y mira ahora las alegrías que le está deparando!». Bien lo sabe quien habla: María del Carmen Nieto, diputada provincial del PP en Granada y, sobre todo, madre del fenómeno. De sufrir, a disfrutar de su peculiar fisionomía. De anhelar hacer cine, a rozar el sueño de rodar en Hollywood. Su peculiar físico le ha valido para interpretar espeluznantes criaturas en la gran y pequeña pantalla: un monstruo que habita en una charca en , de Brian Yuzna (); el gigantesco miembro de una tribu en 'Su majestad Minor', de Jean Jacques Annaud; la inquietante niña de Medeiros en y (Sony Pictures lo llamó para el remake hollywoodiense, , pero un problema con el visado se lo impidió); alienígena en la serie de Álex de la Iglesia, uno de sus grandes mentores («está superdotado para papeles monstruosos y tiene una increíble fuerza en la mirada», ha dicho el director de él); Nosferatu o el fruto de un experimento de los nazis en y ...

A pesar de este currículum, Javi hace tiempo que no se siente un bicho raro. De niño soportaba burlas entre pupitres «como puede aguantarlas cualquier chico gordito». Pero ya entonces el arte le ayudó: «Siempre se me ha dado muy bien el dibujo». Con sus brillantes garabatos se granjeaba el respeto del resto de la clase. El pequeño Botet creció de revisión en revisión. El bisturí dejó la primera marca en su cuerpo con apenas 2 años. En su pecho, excesivamente hundido, no había espacio para el corazón y los pulmones. Los médicos no lo lograron hasta que cumplió los 5, con una segunda operación. Volvió a pasar por el quirófano a los 13 para enmendar el crecimiento desordenado de los huesos pectorales. Tornillos y varillas atravesaron su columna a los 20 años para corregir su curvatura. Y a los 27 estuvo en estado crítico durante una semana: los cirujanos evitaron que la ruptura de su aorta acabara con su vida.

La fama, en un folleto

El síndrome tampoco ha acabado con su sonrisa. V lo comprueba en la madrileña calle Montera, donde tiene su sede 'Templetoon' («mi guarida friki», dice él), un estudio en el que Javi, codo a codo con otros seis creativos jóvenes, saca adelante otra de las pasiones de este licenciado en Bellas Artes: el diseño gráfico. Ya tiene en su haber dos premios nacionales de cómics.

Con lo que sí acabó Marfan fue con su fe. «Cuando me desperté de la anestesia asumí que iba a morir. La falta de sangre debilita el cuerpo, los sentimientos, el miedo... Me di cuenta de que el alma va muy ligada al organismo. Tiempo después caí en la cuenta de que llevaba tres meses sin rezar cuando yo lo hacía cada noche». Pero, igual que los monstruitos que cobraban vida en sus cuadernos escolares, el séptimo arte le permitió seguir adelante.

Casi suena irónico, pero fue Bambi quien inoculó el gusanillo del celuloide a este monstruo. «Descubrí la magia del cine con esa peli y con ». Reunió unos ahorrillos trabajando en una empresa de publicidad de Granada y pegó el salto a Madrid. Su madre lo contempló volar entre la alegría y el temor. «Es una satisfacción verlo feliz, pero el esfuerzo de su trabajo... Él tiene los pulmones bastante fastidiados». Javier contesta a este temor con su típico humor negro: «¿Qué me va a pasar? ¿Morirme en un rodaje? Será haciendo lo que me gusta». Y a María del Carmen se le revuelven las tripas: «Pero me encanta verlo contento».

Un folleto publicitario para un cursillo de efectos especiales que encontró por las calles de Madrid fue su salvoconducto al éxito. Javi vio su oportunidad en un nombre: Pedro Rodríguez, maquillador y colaborador de Brian Yuzna. No dudó en ofrecerle su cuerpo. «¡Usadme para lo que queráis!». Y Yuzna lo sumergió en una charca. Seis horas de maquillaje para convertirse en un monstruo viscoso. «Acabé hipotérmico, con manchas en el cuerpo, costipado...», pero lo recuerda con una sonrisa que le achina los ojos. La quinta intervención quirúrgica se cruzó entonces en su camino. Pero rozar la muerte no le impidió estar de nuevo listo para rodar en apenas dos meses. El cine fue más fuerte. El filme con Annaud le esperaba. «Me llevé a mi madre a los hoteles de lujo y ella lloró al ver cómo el niño por cuyo futuro temía había logrado su ilusión». Y luego el pelotazo de y su escalofriante niña. Siete horas de maquillaje «y una paliza dando martillazos en braguitas», rememora irónico.

Sus proyectos no cesan. «Me encanta meterme en problemas». Y el último que maquina es un guión, casi ya terminado, de una película en la que combina la historia de un superhéroe con el terror. A Álex de la Iglesia «le gustó». El director lo ha embarcado en varios de los surreales episodios de . «Me miró de arriba a abajo y me dijo, claro que sí, estás contratado». Ahora le ha asegurado «un papelito» en su próxima película. El telón no baja para Javi. En marzo se meterá en la piel del monstruo por excelencia, Frankenstein, en el teatro del Canal de Madrid. Promete una «sorpresa» apareciendo en el último videoclip de Enrique Bunbury. No deja de mirar de reojo a Hollywood. Dice contar con preciadas ayudas, como la de Juan Antonio Bayona, para cruzar el charco. Y amenaza con «dejar en el paro» a Doug Jones, el más famoso 'hombre detrás del monstruo'» en Estados Unidos (, el fauno de ) y que ocupó su lugar en la americana. Javier Botet no se pone fecha de caducidad. Aunque acabe llegándole un papel en Hollywood «a los 90 años».

Mientras, seguirá con la que es su máxima en el cine y en la vida: «Disfrutar con la lucha».

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