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Distintos recuerdos y elementos decorativos que conserva 'El Gurugú'; abajo a la izquierda, retrato del fundador, Isaac Fernández, con algunos clientes. / JUAN MARIN
Una fiesta para 'El Gurugú'
LOGROÑO

Una fiesta para 'El Gurugú'

El emblemático bar logroñés cumple cien años con signos de vitalidad y una clientela que nunca le ha dejado pese a haber perdido la receta de los 'americanos' que tanta fama aportó al local

A. AZCONA

Jueves, 5 de noviembre 2009, 10:03

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Hay pocos locales en la ciudad que hayan sobrevivido al tiempo sin perder ni un ápice de su solera. El bar El Gurugú es una de estas excepciones. Desde su privilegiada esquina en la calle Los Yerros, en la avenida de Navarra, ha permanecido premeditadamente inalterable a los cambios estéticos y reformas; sólo las ocasionales para proporcionar la confortabilidad básica (suelos, cocina...) a sus clientes. Entre estos, sobresalen nombres como Pepe Blanco, Rafael Azcona o el propio Manolete, que como otros muchos toreros de la época hizo aquí la obligada parada de vuelta de la Manzanera.

Pero, famosos aparte, quienes han hecho de este local un negocio próspero son los miles de parroquianos anónimos que se han ido dejando caer atraídos por sus orejas de cerdo y sus porrones. Todos, incluidos los militares, taurinos, feriantes y navarros que allí compraban el billete de la Estellesa, lo han mantenido siempre de actualidad. Pero ahora es, además, noticia porque ha llegado a su centenario.

El local levantó su persiana por primera vez en agosto de 1909 y cien años después sigue dando signos de vitalidad. Todo un logro que el Ayuntamiento tiene intención de reconocer con un homenaje que ha programado para hoy una vez finalizados los 'sanmateos'. Después de cien años, las anécdotas y los recuerdos, «todos buenos», están unidos inevitablemente a este negocio, famoso por sus 'americanos', cóctel inexplicable para los profanos -a base de sidra, zarzaparrilla, clarete, Calisay y hielo-, pero que logró una legión de adeptos que siempre lo pedían en porrón.

Ya no se sirven porque, como reconoce Demetrio Velasco, «perdimos la fórmula y llevaba algún otro ingrediente... pero dejar de entrar, la gente no ha dejado de entrar». Demetrio se puso detrás de la barra con sólo 14 años y pronto tomó el relevo generacional. «Yo le seguí a mi tío Demetrio, natural de Ventosa, que también llevó El Gurugú con pasión. Él le cogió el traspaso a Isaac Fernández, el fundador». Isaac, de Hormilla, fue una persona emprendedora y también un hombre con suerte. Es de los pocos que volvió con vida de la guerra de Marruecos y esto debió de influir al inmortalizar en su nuevo negocio el nombre del monte donde libró la contienda: el Gurugú.

En El Gurugú (bar) ya no sirven los famosos 'americanos', pero Demetrio presume de mantener las tapas y cazuelas, como la exquisita oreja de cordero y cerdo. Han sobrevivido a malos tiempos, la crisis (otras y la nueva). Desde detrás del mostrador han visto pasar los incontables cambios sociales. Han vivido el cambio del céntimo (el famoso 'richi', bocadillo de anchoa y un vaso de vino costaba diez céntimos) a la peseta y luego la llegada del euro y lo que venga, porque Demetrio y su socio Santiago Iturrioz no tienen intención de echar el candado.

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