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El cerebro de 'Gran Hermano' siempre ha defendido a los concursantes. / IOSU ONANDIA
«No me metería en la casa de Gran Hermano ni harto de Coca-Cola»
ROBERTO ONTIVEROS | EX DIRECTOR DE 'GRAN HERMANO' Y CREADOR DE 'ASALTO AL FURGÓN DEL DINERO'

«No me metería en la casa de Gran Hermano ni harto de Coca-Cola»

El que fuera durante 7 años 'el Súper' del 'reality' que cambió la forma de hacer televisión admite que el concurso «ha perdido naturalidad»

MARÍA ZABALETA

Martes, 29 de septiembre 2009, 12:12

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Fue durante siete años la voz y la cabeza de , el programa que paralizó el país en el 2000 -un 72% de la audiencia, 12 millones de espectadores, siguieron su primera final- y que cambió la forma de hacer televisión. Roberto Ontiveros, 'El Súper', bilbaíno de nacimiento aunque vivió en Logroño hasta los 26 años, cree que los 'realities shows', son formato que, en su opinión, tienen cuerda para rato. ¿El reto del futuro? «Conseguir sorprender a los concursantes para que lo que ya saben no les valga de nada».

-¿Qué queda de aquel «experimento sociológico» que nació con Gran Hermano ?

-Se habló con mucha sorna de aquel término, pero seamos serios. Cuando un formato inicia un género televisivo radicalmente nuevo, cuando el momento de la final de la primera edición fue seguido por el 72% de la audiencia, cuando en los bares se pinchaba el 24 horas de , cuando todo el mundo en este país conocía algo del concurso... ¿Quién me puede discutir hoy que aquello no fue un experimento sociológico?

-Pasado. Y ahora, ¿qué queda de aquello?

-Todo lo que ha venido detrás. Durante siglos, el periodismo escrito no ha creado ningún género nuevo. En televisión, cuando parecía que todo estaba inventado, apareció e inventó uno nuevo. Todo lo que ha venido detrás nace de aquella fuente.

-Gustavo Bueno, uno de los grandes defensores de GH en sus inicios, asegura que los concursantes ya no generan interés porque conocen cómo funciona el programa.

-Es cierto que la naturalidad se ha ido perdiendo porque los concursantes han ido aprendiendo modos y maneras de comportarse para ganar el favor de la audiencia. Por eso, el reto de es sorprender cada día a los concursantes para que lo que parece que saben no les valga de nada. Es un reto complicado, pero Zeppelin y Mercedes Milá lo pueden hacer. Yo llevo cuatro años fuera, sigo el concurso como espectador, y hay cosas ante las que me sigo quitando el sombrero.

-¿Como por ejemplo?

-Antes de , hubo programas encargados de retransmitir lo que la gente hace, pero no lo que la gente siente. Y ésa fue la gran revolución de . Tengo grabado aquel momento en el que Israel Pita, en la primera edición, lloraba en una habitación junto a Ismael y le decía: «Ismael, es que no me quiero enamorar». En aquel momento, los espectadores estaban asistiendo en directo a un proceso de enamoramiento real, absolutamente real. Y eso no se había visto jamás en televisión.

-¿Quiere decir que, viciados los comportamientos, los sentimientos son la gran baza de Gran Hermano ?

-Aunque esos sentimientos son también cada vez menos frecuentes en , hay momentos en los que se percibe que lo que se está viendo rebosa realidad por los cuatro costados. Ahí está el ejemplo de 'Chiqui', una de las concursantes de la última edición. Es imposible estar fingiendo durante cien días una personalidad tan desinhibida como la suya. Luego, de hecho, posó desnuda en 'Interviú'. Y olé sus narices. Que una persona se exponga tal y como es, que muestre sus emociones y sus sentimientos tal y como son es impagable.

-¿Y no cree que esos posados, ese peregrinar de los concursantes de plató en plató vendiendo su vida está pervirtiendo el propio formato y el propio concurso?

-A unos concursantes que tienen la enorme generosidad, porque yo no me metería en la casa ni harto de Coca-Cola, de mostrarse cien días tal y como son ante la audiencia, insisto, yo les perdono lo que sea.

-Discúlpeme, pero a mí me cuesta creer que de puertas adentro, el concurso no esté guionizado ni preparado. ¿No se fuerzan las cosas hasta la manipulación?

-Pongo la mano en el fuego por las siete ediciones que he dirigido. Yo jamás le dije a un concursante nada de lo que debía hacer, decir o de cómo debía comportarse. Jamás. Dicho lo cual, tampoco es mentira que hacemos un programa de televisión, un espectáculo. Pero la materia prima con la que componemos ese show es la realidad.

«El casting, el 85%»

-Vayamos al casting. ¿No está absolutamente teledirigido en busca del conflicto, de la polémica, del morbo?

-Esto es como lo de Florentino Pérez con Cristiano Ronaldo. ¿Qué quiere Florentino? Fichar a un buenísimo jugador y hacer una buena operación de marketing. Quiere que el mundo se fije en el Real Madrid. En , y en cualquier reality, el casting es el 85% del programa y, por eso, seleccionamos a gente que por su personalidad puede llamar la atención del espectador. Y eso ni se niega ni se esconde.

-¿Y si le dijera que, para mí, el 85% de Gran Hermano no es el casting sino Mercedes Milá?

-Un buen presentador nunca es capaz de levantar un pésimo formato. Nunca. Pero Mercedes Milá es la perfecta presentadora para este formato. Cuando la octava edición empezó a decaer en audiencia, fue Mercedes quien se lo echó directamente a la espalda. Cuando caía peligrosamente, consiguió levantarlo porque se lo cree a pies juntillas.

-Tanto que es como su 'ayatolá', me atrevería a decir.

-Hay gente que se convierte al catolicismo y Mercedes se ha convertido al 'Gran Hermanismo'. Es la combinación perfecta: un magnífico producto en las vitrinas y un magnífico vendedor en el mostrador.

-¿Cuánta vida le da a esta fórmula de programa?

-Vivirá mientras consiga sorprender. Por eso la clave es sorprender a los concursantes. Si les sorprendemos a ellos, sorprenderemos al espectador.

-Eso es precisamente lo que busca Asalta al furgón del dinero , su última creación.

-Me atrevería a decir que creo haber inventado un nuevo género: los 'Fortune Reality Shows'. El cómo hacer que la fortuna entre en tu casa a raudales sin que tú te lo esperes.

-¿Pasa por ahí el futuro de la tele?

-La gente quiere participar de manera directa en aquello que ve. Y eso se inventó con cuando se dio la oportunidad al público de decidir con una llamada telefónica el devenir del programa. Imaginemos que Florentino decidiera hacer el fútbol interactivo. Que la gente decidiera si cada domingo juega Cristiano Ronaldo, o no. Sería la leche. Hay que dar una vuelta de tuerca a todos los procesos de interactividad que se pueden dar con el reality y con la participación.

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