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La escritora expuso cómo vivió su enfermedad y cómo se curó. /ENRIQUE DEL RÍO
«La anorexia y la bulimia son señales de que tu manera de pensar es errónea»
ESPIDO FREIRE ESCRITORA

«La anorexia y la bulimia son señales de que tu manera de pensar es errónea»

La escritora expuso ayer en una charla en el Centro Cultural Ibercaja Portales cómo logró superar la bulimia

N. ALONSO

Viernes, 29 de mayo 2009, 11:13

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Su escrutadora mirada insinúa una intensa vida. No en vano, la escritora Espido Freire (Bilbao, 1974) se convirtió con 25 años en la ganadora más joven del premio Planeta con (1999). Sin embargo, en el 2001 sorprendía confesando en su libro que en su adolescencia padeció bulimia. Completamente restablecida, Freire lleva años ofreciendo su testimonio como ex bulímica, con el esperanzador objetivo de transmitir que los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) se pueden curar, y rechazar los mitos que estas enfermedades conllevan. Con este mismo fin, ayer ofreció una conferencia en el Centro Cultural Ibercaja, invitada por la Asociación de Trastornos de la Conducta Alimentaria de La Rioja con motivo del Día de la Nutrición.

- Comenta que el 25% de la población femenina universitaria tiene factores de riesgo de padecer anorexia o bulimia y asegura que uno de dichos factores es que la consideración de la comida como algo recreativo, ¿a qué se refiere?

- A que por la abundancia de alimentos, la comida se toma como algo recreativo. Hace muy poco que el ser humano ha dejado de pasar hambre. Cuando se pasa hambre, la comida es sagrada y hay una obsesión generalizada. De hecho, se cree que después de una hambruna o de una guerra, han de pasar tres generaciones hasta que la relación con la comida se vuelve natural. La nuestra es la primera generación de la historia que tiene más comida de la que necesita. Hay comida hecha no para alimentar, sino para tentar. No importa cuáles sean los valores nutritivos, sino el valor del gusto. Por ejemplo, no ves a gente comiendo filetes por la calle, pero sí comiendo chocolatinas o patatas fritas.

- Entonces, ¿los trastornos alimentarios son la enfermedad del Primer Mundo?

- Las enfermedades mentales son las del primer mundo y los trastornos del comportamiento y de la alimentación están dentro de ellas.

- Otro de los factores de riesgo es ser perfeccionista, autoexigente... Pero eso suele ir acompañado de fuertes personalidades. ¿No es una contradicción?

- Se confunde la personalidad fuerte con la mala leche. En términos psicológicos, la personalidad fuerte se considera de alguien que tiene claras sus debilidades y sus fuerzas, y que es capaz de crear recursos nuevos frente a las dificultades. En la adolescencia, muy poca gente reúne esas cualidades. A veces el perfeccionismo es un refugio contra la inseguridad o contra el miedo. En el caso de la anorexia ese perfeccionismo se intensifica con el hecho de tener un cuerpo muy delgado del que puedes controlar hasta el último gramo, hasta la última caloría. En la bulimia, la búsqueda de la perfección se torna en frustración, entonces llega el fracaso y posteriormente, el castigo que suponen los atracones y los vómitos provocados.

- En la detección, ¿la familia puede ayudar o también se puede considerar como un desencadenante?

- La familia es un factor de riesgo en cuanto a que hay ideas preconcebidas sobre la alimentación, el cuerpo, el ser buen persona... Ejerce también como mantenedor porque si todos los miembros de la familia giran en torno al problema de una hija, el resto de los problemas no se ven. Pero a la vez funcionan como elemento indispensable, sobre todo en menores, para salir de esos trastornos.

- El descontrol actual, la sobreprotección, el ritmo vertiginoso de vida... ¿también afectan?

- Por el estilo de vida actual, me preocupa más cómo afecta a las adultas que cómo afecta a las adolescentes. Porque las adolescentes siguen estando más controladas, pero una madre no tiene derecho a enfermar. Una chica responsable, que tiene un trabajo, una hipoteca, no tiene derecho a enfermar. Los adolescentes tienen que lidiar con unas dificultades muy específicas, pero es que los adultos también. Las anoréxicas y las bulímicas tienen grandes dificultades para ser asertivas y tienen la necesidad compulsiva de estar siempre a la altura, algo que además la sociedad valora. Es una cosa terrible que una adolescente tenga que ser perfecta.

- Y si no se cura, eso se traslada a la vida adulta...

- Claro. Una adolescente que no se permite cometer errores y pretende la perfección, cuando sea adulta trasladará esa ansiedad de no perder un trabajo, de no tener fallos...

- ¿También de no ser feliz?

- Por supuesto. De hecho, una de las cosas más terribles de estas enfermedades es el autoboicot que se realiza la persona.

- Así pues, ¿el primer paso para curarse es asumirlo y luego pedir ayuda?

- Más bien al revés. Primero pide ayuda y luego ya lo irás asumiendo. Porque aceptar que estás enferma no te cura; te cura estar en tratamiento. Hay una corriente errónea, muy de telefilme, de creer que porque se ha aceptado ya se cura. No es así, porque la enfermedad da herramientas erróneas para afrontar los conflictos, y eso es lo que hay que modificar.

- Y una vez superada la enfermedad, ¿la persona cambia?

- La persona cambia cuando se ha recuperado porque el modo de tramitar su vida tiene que ser necesariamente distinto. Por ejemplo, las anoréxicas suelen ser niñas muy dóciles, que nunca han dado un problema; luego hay una temporada en la que da muchos disgustos y la familia está desesperada porque miente, se vuelve rebelde, no obedece; todo lo contrario a lo que era... Las anoréxicas se tornan antipáticas, las bulímicas se vuelven manipuladoras: mienten como jamás lo han hecho, son zalameras... El problema está en que la familia se acaba acostumbrando a la nueva personalidad de la hija, pero cuando comienza la curación y la verdadera personalidad surge, las familias esperan que vuelva a ser la niña perfecta, y eso es algo que no se va a recuperar. Va a ser una persona más madura, con dudas y rebeldías, pero sin esos mecanismos que imponía la propia enfermedad.

- Con la curación, ¿la enfermedad desaparece definitivamente?

- No. Hay que integrarla en la vida. La enfermedad es una señal de alerta de que tu manera de pensar y tu comportamiento son erróneos. Por tanto, hay que modificarlos porque si no, siempre habrá una tendencia de huir y escapar frente a la ansiedad y a la frustración. Ser adulto implica hacer cada cierto tiempo reválidas y análisis personales muy duros y muy sinceros. Por eso, digo que esto es una señal de alarma. Muchas asociaciones de familiares dicen que la anorexia o la bulimia atacan siempre a las mejores, a las más listas, a las más guapas... Algo está ocurriendo cuando a una mujer con esas características no se le permite ser feliz y está siempre atacándose.

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