Borrar
«Me he alejado de la alegría de vivir»
PEDRO ALMODÓVAR DIRECTOR DE 'LOS ABRAZOS ROTOS'

«Me he alejado de la alegría de vivir»

Almodóvar define esta historia de amor loco con aires del cine negro del los 50, como una cinta "de personajes", protagonizada por Penélope Cruz, Blanca Portillo, José Luis Gómez y Lluis Homar

CHUSA L. MONJAS

Lunes, 16 de marzo 2009, 10:35

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

A punto de entrar en los sesenta y recién llegado de unas breves vacaciones en Túnez, Pedro Almodóvar confiesa, entre sorbo y sorbo de té, que no ha logrado descubrir el secreto de esa pareja que un día vio tumbada en una playa de Lanzarote y que sirvió de origen a 'Los abrazos rotos'. La película, que le reencuentra con Penélope Cruz, se exhibe en 240 salas a partir del próximo miércoles.

-En el filme hay una declaración del compromiso del cineasta con su obra.

-No doy lecciones morales. El mío es muy estricto, pero no pongo en evidencia al que hace películas de encargo, para vivir. Yo sería incapaz, no sólo por razones morales, sino por mi formación. Empecé por una vocación salvaje rodando en súper 8 'Pepi, Luci, Bom'. Trabajaba en Telefónica y tardé un año y medio, pero estaba decidido a terminarla como fuera.

-¿Nunca ha admitido interferencias?

-No. Escucho las ideas de otros, pero la obra pertenece al que la gesta. Soy director y guionista, figuras que en Estados Unidos no pintan nada porque el que allí tiene los derechos de autor es el productor.

-'Los abrazos rotos' está marcada por la duplicidad. Todos los personajes son lo que no quieren ser, de ahí el doble nombre del director ciego Mateo Blanco-Harry Caine (Lluís Homar) y la doble vida que lleva Lena (Penélope Cruz).

-Todas las duplicidades se unen y son una misma cosa, porque uno no puede huir de sí mismo. Harry Caine es un seudónimo que inventé para mí por el deseo de cambiar, de recuperar cierta frescura y libertad. Me gustaría poder hacer una película con otro nombre, a lo mejor lo hago algún día, sin tener la responsabilidad y la presión de ser Almodóvar.

-Mateo-Harry sufre la peor pesadilla que puede vivir un cineasta, quedarse ciego.

-Lo escribí en un momento de mi vida en el que me contaba historias a mí mismo para pasar el tiempo. No voy a contar mis dolores de cabeza -recalca que, afortunadamente, se le han pasado-, pero de ahí nace este personaje. Desde que hice 'Carne trémula' tengo mucha experiencia con minusválidos. Es impresionante la fuerza que tienen cuando deciden salir. Mi peor pesadilla no es quedarme ciego, sino dejar una película inconclusa.

-Este hombre está implicado con su profesión, aunque al final el amor se impone a su carrera. De vivir una situación similar, ¿haría usted lo mismo?

-No. No me entregaría a una pasión amorosa y carnal, y lo digo con pena, porque uno debe entregarse a la pasión. Pero me reconozco en todos los personajes porque, aunque es una película muy novelesca, mi biografía está ahí.

-Su protagonista femenina, Lena, hace todo lo posible por convertirse en una buena actriz.

-Sí. Tenemos el mismo origen social, humilde, y los dos trabajamos en una oficina. Yo quería ser director, aunque confieso que tuve menos dificultades que ella para ser actriz, aunque también me tendieron trampas.

-Es la cuarta vez que dirige a Penélope Cruz.

-Ha sido un trabajo complicado, porque ella no tiene referencias sobre este tipo de fracasos. Había que sacar el dolor y, como hago siempre con todos los actores, le pedía permiso para revolver en sus entrañas. Estaba advertida, pero algunas escenas fueron difíciles porque como no es una actriz técnica sino visceral, todo pasa por su conciencia y su corazón.

-Ayudaría lo buenos amigos que son.

-Eso es una suerte, pero también hay que tener cuidado porque Penélope tiene una fe ciega en mí. Todos mis actores confían en mí, pero como ella, ninguno.

Volver a empezar

-Sus actores lo dan todo, pero dicen que usted siempre es el que más da.

-Lo mío es de una intensidad abrasiva. No me doy cuenta de que entro en una especie de trance, parece que estoy endemoniado. Como no me queda recuerdo, siempre llevo a una persona a mi lado apuntando todo lo que digo.

-Cuando se mira el espejo, ¿ve al señor que quería ser?

-Quería hacer cine en cualquier circunstancia. Nunca pensé que podría vivir de ello, pero tenía claro que quería dedicarle mi vida y para eso tenía que pagar el precio de ser underground, minoritario. He ido mucho más allá de lo que soñaba.

-¿En qué momento de su carrera está?

-Noto la experiencia de lo que he hecho, pero no tengo seguridad, vivo en la misma incertidumbre que cuando hice mi primera película. Me gustaría volver a empezar. He ganado en madurez, pero ésta me ha alejado de la comedia. Todos me piden que haga una, y me he desahogado con el corto 'La concejala antropófaga', con una Carmen Machi que me ha inspirado mucho.

-¿Por qué en lugar de recurrir al recuerdo de sus películas antiguas no hace una del mismo tono?

-Porque mi estilo cada vez es más grave. Me interesa cultivar más la pasión lúdica y delirante de mis personajes, pero mi tipo de vida me aleja de esto. Mis dolores de cabeza me han aislado mucho, no comparto las cosas. Uno se nutre de su propia vida y la mía, al ser interior, me ha llevado a un cine más íntimo y desgarrador. Me he alejado de la alegría de vivir. Lo que sí me he vuelto es más flexible, al entender que mi próxima película no tiene que ser mejor que ésta. No tengo que hacer la mejor película de mi vida.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios