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Garpesa ha decidido responder a la crisis económica con una rebaja de sus precios. / JUAN MARÍN
El final de las alegrías
LOGROÑO

El final de las alegrías

Los administradores de fincas detectan un incremento de la morosidad, la paralización de todas las obras no urgentes y recortes en los consumos de calefacción y otros servicios

ROBERTO GLEZ LASTRA

Jueves, 26 de febrero 2009, 01:38

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La crisis aprieta, pero... también ahoga. Las temidas vacas flacas con que amenazaban nuestros mayores llegaron al fin y han espantado como moscas las alegrías pasadas. La política del puño prieto, de mirar euro a euro se extiende y a ella no escapan ni las comunidades de propietarios, según admiten en declaraciones a Diario LA RIOJA los administradores riojanos de fincas.

Alberto Huidobro, presidente del Colegio de Administradores de Fincas de La Rioja, desvela que hay un aumento del número de morosos. «Hay gente muy apurada que no puede pagar el recibo, hacen lo imposible por salir adelante y veremos a ver cómo acaba esto, que no ha hecho sino empezar», resume.

Aunque algunas fuentes sitúan ya el incremento de la morosidad en el 7%, los signos inequívocos de la crisis son la paralización de las obras, los recortes en la calefacción y la búsqueda de servicios más baratos. «Antes te decían: 'Da igual, total cien euros más o menos al año' y ahora miran cualquier diferencia de precio por pequeña que sea», admiten en Aimar Administración y Servicios S.L. En cuanto a la morosidad, no han notado demasiada. «Constructoras y promotoras, que tienen todavía muchos pisos, están pagando todas. Igual es que estamos teniendo suerte», resumen.

Sobreesfuerzo

Desde Servifincas Rioja S.L., su gestora, María Sánchez Martín, asegura que ha detectado que los gastos de comunidades que tienen entre sus convecinos a inmigrantes -«la gente de aquí no está sufriendo tanto la crisis»- está teniendo más problemas, en especial aquellas que se han metido en obras de remodelación. «Eso les supone un esfuerzo que no pueden hacer porque muchos se han quedado en la calle. Eso obliga a un sobreesfuerzo al resto de vecinos», aclara.

En cuanto a la morosidad, sí ha notado «mucho más trabajo que antes, cuando a la gente le pasabas el recibo a primeros de mes, pagaban y te olvidabas. Ahora hay más devoluciones, hay que contabilizar, reclamar. es un trabajo añadido». La política de recortes también se impone. «El sentir de las asambleas hoy es de 'a ver en qué podemos ahorrar', miran con lupa las liquidaciones y estudian todo lo que pueda suponer un recorte en los gastos de administración bancaria, servicios como seguros y limpieza. Así como antes había una alegría terrible a la hora de hacer obras gracias a muchas subvenciones, ahora hay una psicosis de decir: 'Por si acaso, vamos a ver si nos ahorramos algo'», resume Sánchez.

Recorte en la calefacción

Iván Martínez, de 'Eurofincas', coincide en que «los problemas se están notando más entre los inmigrantes, ya que a muchos les están embargando los pisos los bancos; entonces, se desentienden de cualquier obligación en el inmueble. Esto repercute en la contabilidad del resto de propietarios, que tienen que abonar la parte correspondiente o echar mano del fondo o la reserva para imprevistos». El problema, además, es que la situación se dilata en el tiempo, incluso durante años, porque hay una ejecución judicial por medio y no se sabe quién se va a quedar con el inmueble ni cuándo ni en qué condiciones.

Dos detalles más: «Aunque las reparaciones necesarias se hacen, el resto están absolutamente paralizadas», advierte Martínez, quien añade que «la crisis también se nota en los consumos, por ejemplo de gasóleo: antes la gente quería la calefacción de 10 de la mañana las 10 de la noche, ahora se reprimen».

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