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Enrique Múgica./ IGNACIO GIL
Múgica denuncia el «régimen carcelario» en centros de menores
ESPAÑA

Múgica denuncia el «régimen carcelario» en centros de menores

DANIEL ROLDÁN

Miércoles, 18 de febrero 2009, 01:15

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Portones de hierro, cantidades ingentes de pastillas, régimen carcelario, salas incomunicadas y acolchadas, intentos de suicidio con hojas de sacapuntas o con sabanas colgadas de barrotes. Son algunas de las conclusiones del polémico y extenso informe sobre los centros de menores elaborado por el Defensor del Pueblo, Enrique Múgica.

El titular de la oficina alertó de la situación de estos lugares, en los que están internos chavales sólo con problemas sociales (no delictivos), y solicitó la actuación inmediata de las administraciones implicadas para «acabar con esta situación».

El Defensor del Pueblo criticó ante la comisión mixta de senadores y diputados la gran disparidad existente en cuanto a los regímenes disciplinarios. Denunció que reciben la misma consideración todos los comportamientos transgresores de los jóvenes, «sin profundizar demasiado en las causas singulares de la infracción» y destacó que en el 68% de los centros visitados existen salas de aislamiento, conocidas con eufemismos como 'de reflexión' o 'de baja estimulación'. El objetivo no es otro, según confiesan algunos especialistas de los propios centros, que «el niño toque fondo, doblegar toda su resistencia».

El pavor de los chavales era tal que pedían ser medicados antes de entrar «para soportar la angustia del emparedamiento» en habitáculos, en algún caso, con portones de hierro, paredes forradas de caucho negro, de tres metros de longitud y sin ventilación. El aislamiento puede tener consecuencias muy graves. Múgica puso como ejemplo el de una chica acogida en el centro de Tetuán (Madrid) que se hirió con la cuchilla de un sacapuntas tras sufrir un ataque de pánico. Múgica indicó que se abusa de las «medidas de contención», como lo demuestra el testimonio de un joven al que le rompieron un brazo.

El informe destaca que en los centros se dispensan antidepresivos para tratar la infelicidad de los jóvenes, lo que demuestra la «incapacidad para ofrecer soluciones».

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