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Julián y Susi posan junto a parte de su obra./ JUSTO RODRÍGUEZ
En busca de la atmósfera adecuada
LOGROÑO

En busca de la atmósfera adecuada

Susi y Julián, artesanos logroñeses del cristal, trabajan estos días en la colocación de las ocho vidrieras de la iglesia de Santa María de Palacio tras más de seis meses de trabajo

JAVIER CAMPOS

Lunes, 8 de diciembre 2008, 12:38

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Ningún emplazamiento resulta tan adecuado para la instalación de una vidriera como una iglesia: el diálogo de la luz con el observador alcanza un sentido único. «Recorrer las naves de una catedral gótica mientras la luz atraviesa las vidrieras e inunda el interior es una experiencia mística... Una vidriera en un templo románico potencia de modo inigualable la atmósfera interior».

Susi y Julián afrontan una vez más al reto más apasionante capaz de brindarles su profesión. Logroñeses de 44 y 45 años respectivamente, estos artesanos del cristal de nuevo cuño -se iniciaron en tal arte a comienzos de los 90 por pura «inquietud creativa»-, ultiman estos días los detalles para colocar las vidrieras de la iglesia de Santa María de Palacio tras más de seis meses de trabajo.

Ocho vidrieras de entre ocho y 24 paneles, 160 paneles o 'paños' de aproximadamente 180 cristales cada uno... Un total de 24.000 piezas minuciosamente ensambladas mediante un entramado de plomos en su eterna búsqueda de la atmósfera adecuada. Los primeros bocetos para la realización del proyecto de vidrieras de la iglesia conocida popularmente como 'Palacio' se gestó el pasado 2007 entre cartulinas y acuarelas.

La hora de la verdad

Hoy, prácticamente un año después, el resultado puede apreciarse en el taller en el que Susi y Julián se esmeran a diario desde hace dos décadas en Duquesa de la Victoria. Satisfechos por el trabajo realizado, esta pareja 'profesional' habla con peculiar modestia de tan magnánima obra. Tiran de humildad a la hora de describir la misma como «laboriosa» o «de mucho trabajo».

La instalación de vidrieras en una iglesia es siempre un acontecimiento para un vidriero. «Es el momento de revelar el trabajo que durante meses se ha realizado en las mesas del taller, en condiciones espaciales y lumínicas radicalmente distintas de las que tendrán su ubicación definitiva», aúnan sus voces ambos.

Es el momento de comprobar si se ha logrado el efecto deseado y esa hora ha llegado. Será a partir del miércoles cuando Susi y Julián se eleven en una plataforma a 18 metros del suelo para, «con la minuciosidad de un orfebre», instalar los paneles y «transformar luz y espacio». Ya la pasada semana fue el turno de las piezas más próximas al claustro pudiéndose contemplar parte de la obra. Tal y como se concibió.

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