Borrar
ESPAÑA

Rouco convoca a olvidar el pasado y recuperar el espíritu de la Transición

El presidente de la Conferencia Episcopal denuncia el «relativismo moral» que ha contribuido a una crisis que afecta a los más débiles

RAFAEL HERRERO

Martes, 25 de noviembre 2008, 10:33

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal, abogó ayer por el olvido «responsable y fuerte» para superar el pasado, porque existen sectores en la sociedad española que muestran una «justificada inquietud ante el peligro de un deterioro de la convivencia serena y reconciliada que hemos logrado ya en nuestra sociedad».

En su discurso inaugural de la XCII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, el presidente de los obispos defendió «el espíritu de reconciliación, sacrificado y generoso, que presidió la vida social y política» durante la etapa de la Transición. «A veces es necesario saber olvidar», dijo en evidente alusión a la ley de Memoria Histórica, aunque no mencionó esa norma en ningún momento, como tampoco la polémica desatada desde que el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón decidió abrir una investigación penal contra el franquismo.

Rouco Varela alabó el olvido, en concreto el que se practica «no por ignorancia o cobardía, sino en virtud de una voluntad de reconciliación y de perdón verdaderamente responsable y fuerte», lo que en su opinión puede llamarse «una auténtica y sana purificación de la memoria».

Para el presidente del Episcopado español, «a los jóvenes hay que liberarlos, en cuanto sea posible, de los lastres del pasado, no cargándolos con viejas rencillas y rencores», porque recordó que la historia de España durante los dos últimos siglos ha estado jalonada por tensiones que más de una vez han desembocado en enfrentamientos fratricidas.

Rouco Varela trajo a colación una instrucción pastoral aprobada en 2006, cuando el Gobierno socialista impulsaba el debate sobre la Ley de Memoria Histórica, en aquella ocasión, el Episcopado abogó porque «desconfianzas y reivindicaciones pendientes» no dilapidasen «los bienes alcanzados», en referencia al pacto político de la Transición.

Y rememoró cómo en 1999 la Conferencia Episcopal pidió el «perdón de Dios para todos los que se vieron implicados en acciones que el Evangelio reprueba, estuvieran en uno u otro lado de los frentes trazados por la guerra».

No olvidó Rouco Varela aludir en su alocución a otro de sus argumentos preferidos, la crítica al «relativismo moral» que, en su opinión, también ha contribuido a la actual crisis económica, toda vez que el colapso financiero tiene causas de orden técnico, pero también «responsabilidades morales».

El cardenal arzobispo de Madrid subrayó que «es tal vez el momento de reflexionar sobre los orígenes morales de la crisis, examinando si el relativismo moral no ha fomentado conductas no orientadas por criterios objetivos de servicio al bien común y al interés general».

Se preguntó Rouco Varela si la vida económica no se ha visto dominada «por la avaricia de la ganancia rápida y desproporcionada a los bienes producidos; si el derroche y la ostentación privada y pública no han sido presentados con demasiada frecuencia como supuesta prueba de efectividad económica y social».

Para encarar un «futuro mejor», el presidente de los obispos estimó necesario «un fortalecimiento de las personas como sujetos morales, capaces de orientar su vida y su conducta según el verdadero bien personal y social».

Pero para ello, concluyó, «es necesario el reconocimiento de Dios como bien supremo». Y matizó que «no propugnamos lo que se llama una política teocrática; no reivindicamos el control para la Iglesia», que «no puede ni debe sustituir al Estado», si bien tampoco es deseable «un Estado que regule y domine todo».

«El amor -añadió- siempre será necesario incluso en la sociedad más justa», y más todavía en un momento «en los que los más débiles se encuentran expuestos a cargar con el precio de las consecuencias de la crisis».

Justicia social

«Es necesario reactivar la solidaridad que procede del amor», arguyó Rouco Varela, que indicó que «la justicia debe ir más allá de la mera justicia conmutativa y distributiva y llegar a la justicia social».

Según el presidente del Episcopado, no es ocioso recordar que donde se halla la «escuela primera y básica de la solidaridad efectiva» es en la familia, y cuando esta institución «no recibe el apoyo cultural, social y legal adecuado, se están cegando las fuentes de la savia moral del ciudadano actor del orden social justo».

Y también la institución del matrimonio «precisa de una verdadera protección jurídica que garantice a los esposos y esposas actuales y futuros el reconocimiento elemental de su cualidad de tales». «Se trata también de una exigencia básica de la justicia social», concluyó Rouco Varela.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios