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Lissavetzky y un abatido Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español (COE), durante la rueda de prensa de ayer en Pekín. / AFP
Lissavetzky pide a la corredora que desvele quién le suministró la sustancia
DEPORTES

Lissavetzky pide a la corredora que desvele quién le suministró la sustancia

J. G. PEÑA PEKÍN

Martes, 12 de agosto 2008, 02:32

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A Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, se le acumula el trabajo en Pekín. Primero, abrazos en público con los medallistas Samuel Sánchez y José Luis Abajo, Ayer, en cambio, le tocó dar explicaciones por el positivo de Maribel Moreno. Cuando comenzó a darlas, daba por hecho que el contraanálisis aún no se había realizado. «Si se confirma...». Fulgencio Sánchez, presidente de la Federación; Eugenio Bermúdez, secretario general, y Cayetano Cornet, jefe de la delegación olímpica española, cruzaron miradas extrañadas. Ellos estaban convencidos de que si el Comité Olímpico Internacional (COI) les comunicaba un caso positivo es porque estaba ya certificado. Los periodistas, claro, pidieron una aclaración. Hubo un momento de duda. En realidad, nadie sabía si el contraanálisis había concluido. «Eso tarda un par de días, no», argumentaba Lissavetzky.

El secretario de Estado enarboló la nueva ley antidopaje española, la herencia de la 'Operación Puerto'. Y lanzó una petición a la ciclista aragonesa: «Que nos diga quién le ha suministrado o aconsejado tomar ese fármaco». Calificó a ese supuesto inductor de «sinvergüenza», de ser capaz de jugar con la salud de los deportistas, y auguró que acabará «inhabilitado o en la cárcel». Eso dice la ley. Entonces se lo preguntaron: ¿Y qué pasa con los controles en España? ¿Por qué los positivos se detectan fuera?

Lissavetzky tiró de discurso: «Antes había tres millones de euros para la lucha antidopaje; ahora hay siete. El laboratorio de Madrid está especializado en EPO. Y quiero recordar que en la Vuelta a España 2005 el positivo fue de un líder español (Heras). Además, si un país no quiere luchar contra el dopaje, no hace la 'Operación Puerto». Recordó que en siete intervenciones policiales se han desarticulado diez laboratorios clandestinos. Y extendió la mancha del dopaje a otros países. Habló del 'caso Balco' (Estados Unidos), del actual 'caso Balco' ruso, del 'caso Festina' (Francia). Incluso cuando un periodista chino quiso saber si el positivo de Moreno rebajaba las expectativas de medalla españolas, contestó: «No. Aunque sacaremos menos que China». Punzante.

El secretario de Estado, como el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, defendió a los 285 deportistas que siguen en Pekín. «Los que no se han dopado», subrayó Blanco. Y Lissavetzky insistió en el peso de la ley. «Iremos a por los que se lucran con los atletas. Y voy a pedir a la Federación que abra una investigación sobre lo sucedido, igual que investigaremos lo que pasó en el Tour (Beltrán y Dueñas)». La nueva ley antidopaje entró en vigor hace más de un año. Ahí surgió la otra cuestión pendiente: ¿Cuántas investigaciones se han iniciado ya para acabar con el entorno dopante de los deportistas?

Un problema con España

Lissavetzky contestó: «No lo había dicho hasta ahora. Pero he recibido varios anónimos que, trasladados a la Guardia Civil, nos han permitido desarticular algunas pequeñas tramas». Dopaje amateur. ¿Y el profesional? En ese punto, el máximo responsable del deporte español concluyó su discurso como lo había comenzado: «Le pido a Maribel, mirándola a los ojos, que diga quién se la ha dado (la EPO), porque vamos a ir a por esa persona». Hasta ahora, en ninguno de los casos positivos ha habido confesiones. Sin arrepentidos, la ley se reduce.

En otra esquina de Pekín, el presidente de la UCI, Pat McQuaid, arremetía: «Esto demuestra que tenemos un problema en España. Es hora de que las autoridades españolas comiencen a hacer algo concreto. Durante años no han sido lo suficientemente duras contra el dopaje y éste es el resultado de su indulgencia».

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