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I. ÁLVAREZ
Lunes, 10 de diciembre 2007, 01:22
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La festividad de la Inmaculada hizo resurgir en Calahorra uno de los actos religiosos más 'madrugadores' de la comunidad cristiana: el rezo de la aurora. Un canto, que entonado al amanecer, invocaba antiguamente al santo correspondiente del calendario. Al toque de una campanilla, los encargados de su oficio, conocidos como los auroros, despertaban a la población con sus versos a pie de calle para invitarles a acudir a la primera misa del día.
Si bien, hoy la ciudad sólo profesa esta costumbre en cuatro ocasiones: durante la fiesta de la Virgen del Carmen, el último domingo de mayo, en las onomásticas de los Santos Mártires y, por último, en la Inmaculada Concepción, como quedó reflejado el pasado sábado. A las 7.15 horas de la mañana, decenas de vecinos salieron en procesión para honrar con sus cánticos a la virgen. «Ave, ave María», la vanagloriaban. Transcurrido el acto, los feligreses celebraron una eucaristía en la parroquia de San Andrés, para disfrutar a su término de una dulce y caliente chocolatada.
Esta tradición, que como otras muchas ha sido 'castigada' por el paso del tiempo, está recogida en un Libro de Auroras, publicado por la cofradía de la Santa Vera Cruz.
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