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José Tomás decepcionó a la afición de Guadalajara (Jalisco). / L.R.
Fracaso y desastre de José Tomás en México
TOROS

Fracaso y desastre de José Tomás en México

La presentación de José Tomás en Guadalajara (México) se salda con uno de los mayores escándalos de la temporada

PABLO G. MANCHA

Domingo, 25 de noviembre 2007, 02:02

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José Tomás debutó hace una semana en Guadalajara (México) -una de las plazas más exigentes del país azteca- y protagonizó uno de los mayores escándalos que se han vivido en la tauromaquia de aquel país en los últimos años. La cosa comenzó muy mal porque para completar la corrida hubo que reconocer más de once toros. Sin embargo, el coso estaba casi lleno -sólo había algunas lagunas en el tendido de general- a pesar de que los precios de la corrida eran los más altos que se recordaban en todo el Estado de Jalisco. Salió al ruedo el primer toro de Tomás y el público del coso de Nuevo Progreso comenzó sus protestas por la pequeñez del ejemplar. Saltó, incluso, un espontáneo que enjaretó cuatro trapazos al animal. Se paró y salió un sobrero al que Tomás lo toreó por escalofriantes gaoneras. Sin embargo, fue desarmado varias veces con la muleta y la faena se quedó en nada, no sin antes propinarle un derrote del que salió con una cornada leve de dos trayectorias de 8 y 5 centímetros.

La bronca

Así relató el periódico 'La Jornada' de Jalisco lo que aconteció en el segundo de su lote: «José Tomás se enfrentó al sexto de Bernaldo, tan pequeño y escaso de fuerza que, ante la bronca del tendido, el juez lo sustituyó por un ejemplar de El Junco. Éste tampoco daba sensación de peligro, pero desarrolló sentido y luego de no dejarse hacer nada con el capote comenzó a buscarle las zapatillas al matador español cuando éste se le arrimó con la muleta. El público, desesperado a estas alturas, comenzó a corearle olés y más olés a un aficionado que en la parte alta de la plaza prefirió torear con un trapo a un niño».

Un aficionado increpó desde su localidad al empresario y le dijo que la corrida parecía un concurso de ganaderías en el que se dirimía cuál astado era el más pequeño de todos. El critico del rotativo 'El Informador' comentó en su crónica que es «triste que todavía ya entrado el siglo veintiuno vengan expediciones a cambiar espejitos por oro».

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