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ANTES DE. Oneto lucha contra la defensa viguesa minutos antes de sufrir la lesión. / F. DIAZ
Una lluvia constante
DEPORTES

Una lluvia constante

En el día en que Pepe reaparecía, Oneto cayó con un esguince de tobillo

PÍO GARCÍA

Domingo, 25 de noviembre 2007, 10:02

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Por vez primera en la temporada, Jota tuvo que hacer una convocatoria. O sea: tuvo que decidir a quién dejaba en la grada. Hasta la fecha (y llevamos ya once jornadas), el entrenador no tenía que devanarse los sesos: llevaba a los que no estaban rotos del todo, y a rezar. Pero ayer no. Ayer Jota decidió que Julio Fis debía sentarse de paisano en una butaca. No fue, a decir verdad, una decisión técnica: la inflamación en la rodilla del hispanocubano aconsejaba su descanso, aunque quizá (y forzando) hubiera podido jugar algún minuto. Pero no era totalmente necesario. Ni aconsejable.

Entre otras cosas, porque Pepe ya estaba listo. Con la nariz restañada, el lateral canario volvía a vestir el número quince del Naturhouse. Viendo trotar por la pista a Gustavo, Pepe e Isaías parecía que el temporal de lesiones estaba por fin amainando.

Falso. Al comienzo del partido, Marco Antonio Oneto pisó sobre un rival. Cayó al suelo, retorciéndose de dolor. El pivote chileno es un tipo duro, habituado a encajar golpes sin descanso, así que sus lamentos tenían mala pinta. Y tanto: aunque al principio no consintió su cambio, en unos segundos tuvo que rendirse. Ángel Romero salió en su lugar y Oneto no regresó a la pista. Una cruz más en la desoladora historia de lesiones del Naturhouse.

Oneto sufre un esguince en su tobillo derecho, aunque todavía falta por determinar la gravedad. Jota, en cualquier caso, lo da ya como baja muy probable para el próximo partido, en Torrevieja. «Es una lástima. Porque nos falta continuidad», se queja el técnico del Naturhouse. Y los recién recuperados tienen que asumir muchas tareas de golpe: «Pepe ha tenido que jugar muchos minutos hoy, pero acaba de salir de una lesión y todavía no está tan fino como entonces», advierte. Porque, además, hay una especie de sortilegio en esta racha de lesiones: como si algún brujo rival se entretuviera haciendo vudú con los jugadores del Naturhouse, van cayendo los que están en su mejor momento de forma.

Marco Antonio Oneto, por ejemplo, estaba adquriendo un peso formidable en el equipo, tanto en defensa como en ataque. Hasta que ayer le hizo crac el tobillo. Y, para colmo, la desgracia pudo ser mayor: por la zona de vestuarios se paseaba un desolado Isaías, que se había pegado una sonora costalada al final del partido y andaba casi desvencijado. Tras una primera exploración, su topetazo ha quedado en una fuerte contusión y parece que podrá jugar en Torrevieja. Jota suspira por que así sea: el preparador del Naturhouse está deseando poder hacer una convocatoria de verdad. Y por motivos exclusivamente técnicos.

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