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Una grúa se lleva el coche bomba. / J. HERREROS
Crónica de lo que no pasó
I ETA REAPARECE EN LA RIOJA I EL ATENTADO FRUSTRADO

Crónica de lo que no pasó

La deflagración de los 61 kilos de amonal habría volado el edificio de la Delegación de Defensa, destrozado decenas de coches y causado desperfectos en las viviendas de la calle Antonio Sagastuy

J. A. GONZÁLEZ

Martes, 18 de septiembre 2007, 06:31

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Los planes de los terroristas eran perpetrar un atentado de gran magnitud. La carga de 61 kilos de amonal que contenía el maletero del Ford Fiesta negro aparcado en la plaza Ángel Bayo de la capital riojana hubiera sido suficiente para hacer que se viniera abajo el edificio que alberga la Delegación del Ministerio de Defensa, según aseguraron a Diario LA RIOJA expertos en explosivos consultados. Además, decenas de coches aparcados en los alrededores hubieran quedado reducidos a chatarra, y la onda expansiva hubiera causado desperfectos en numerosos inmuebles de la calle Antonio Sagastuy. Sólo un fallo en el mecanismo de ignición del artefacto evitó que se vivieran escenas de una destrucción aún mayor que las provocadas en el atentado del 2001 contra la 'Torre de Logroño'.

En aquella ocasión, los etarras hicieron explotar un coche bomba con unos 40 kilos de dinamita. Esta vez el tipo de explosivo elegido ha sido amonal, es decir, una mezcla muy potente de nitrato amónico, trinitrolueno y polvo de aluminio que puede elaborarse de forma artesanal. Pegado a esta carga los terroristas habían colocado un bidón de cinco kilos de gasolina con la intención de que la deflagración del amonal, cuya velocidad de detonación es de 4.400 metros por segundo, provocara además una gran bola de fuego.

Según las fuentes consultadas, cualquier persona situada en un radio de 20 metros del lugar de la explosión hubiera podido perder la vida. El Ford Fiesta negro estaba aparcado con el maletero apuntando hacia la sede de la delegación de Defensa, a una distancia de unos 15 metros de su fachada principal. El edificio -aseguran los expertos- se hubiera convertido en una pila de escombros.

La onda expansiva hubiera provocado también graves destrozos a 40 metros a la redonda, por lo que cerca de la mitad de los aproximadamente 250 vehículos que se encontraban estacionados en aquel momento en el aparcamiento de la Plaza Ángel Bayo hubieran quedado inservibles.

La onda expansiva hubiera continuado siendo peligrosa hasta completar un radio de unos 80 metros, lo que afectaría a casi todas las viviendas de la calle Antonio Sagastuy. Tal vez sólo los pisos más altos situados en los extremos de la calle se hubieran salvado de algún tipo de daño material. En el resto de las viviendas -que no llegaron a ser desalojadas- la explosión hubiera provocado, como mínimo, la rotura de los cristales de ventanas y balcones.

Curiosamente, la carga explosiva utilizada por ETA en los atentados contra el cuartel de la Guardia Civil de Casalarreina (en el año 1991) y contra la casa cuartel de Arnedo (1995) era prácticamente idéntica a la de este último atentado fallido. En ambos casos el material preparado por los terroristas era amonal y la cantidad era 60 kilos, y los dos objetivos acabaron reducidos a escombros.

Con el atentado de este domingo en Logroño, los etarras pretendían reeditar el ataque al cuartel del instituto armado en Durango, el único golpe de ETA que no ha resultado fallido desde la ruptura formal del alto el fuego el pasado junio: idéntico artefacto, parecida carga explosiva, el mismo sistema de iniciación y similar colocación del coche bomba.

El amonal, al contrario de otros explosivos como la dinamita, no se produce industrialmente, sino que los terroristas pueden fabricarlo de forma relativamente sencilla al combinar de forma adecuada varios componentes que se encuentran al alcance de cualquiera en el mercado.

ETA utilizó el amonal, durante los años 80 y 90, en varios de sus atentados más sangrientos. Entre ellos, los perpetrados contra el supermercado 'Hipercor', que causó 21 muertes; contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, en el que murieron 11 personas; y el del barrio madrileño de Vallecas, donde asesinaron a seis civiles.

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