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Salvadora Sáez y su primo Rufino Fresoli, en uno de los soportales de Pedroso.
El Rasillo y Pedroso esperan noticias

El Rasillo y Pedroso esperan noticias

Los vecinos, partidarios de la ayuda a los sirios, que podrían superarles en número

Miguel Martínez Nafarrate

Miércoles, 9 de septiembre 2015, 00:47

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La idea se refuerza en la montaña riojana. Aquí también hubo una guerra. Aquí no había casi de nada. De aquí llenamos los vapores en busca de las américas. Argentina, Chile, Venezuela, ¿qué decir de la calidez de México en la Guerra Civil? Y Suiza, Alemania, Francia... y la posterior huida de 'Un franco 14 pesetas', maletas de cartón con unas pocas mudas y muchas esperanzas.

Unos viajaron de ida y vuelta. Otros sólo hicieron la mitad del recorrido. Otros nos llenaron la garganta de nudos en la 'Operación Volver'. Ahora toca recibir. La Diócesis riojana se ha puesto manos a la obra ante la crisis humanitaria de Siria. Disponen de 170 plazas entre las casas de El Rasillo, Pedroso y Enciso. Visitamos las dos primeras.

Trece grados en El Rasillo a mediodía. Mejor pasear por el sol. Reunión en el viejo olmo, junto a la bocina del panadero. A sus 89 años sale don Marcos de casa. «Verá», le decimos, «es que igual vienen a El Rasillo cuarenta sirios que...»

«Habrá que ayudar, ¿no? Yo también emigré a Argentina. Me trataron muy bien. Hay que corresponder, que cuando a uno le toca..., pero ¿han dicho para cuánto tiempo?».

«Por aquí quedamos cincuenta en invierno. Hay días que no ves a nadie por la calle. Se hace duro. ¿Qué les podemos ofrecer si aquí escasea el trabajo?», advierte Juan Ángel Isaac, vecino de los de solsticio y equinoccio y que cuenta que en el pueblo quedan cincuenta vecinos y ellos podrían venir 40. «Nos tendremos que arreglar entre todos».

Edurne González está de acuerdo con la ayuda, «el problema es cómo se adaptarán ellos a nosotros. Trabajo no hay y el invierno aquí es muy duro. De todas formas no me gustaría estar en su situación».

En el bar, Ignacio entiende que «usar una casa vacía y sin uso está bien, pero habrá que esperar a ver qué pasa en el largo plazo».

El Ayuntamiento está cerrado. No se abre a diario. Hemos fallado el tiro y el día. Contemplamos la casa diocesana desde fuera.

En la calle, un grupo de amigas de Mendavia comparte casa rural. Es la hora del vermú. «¿Se puede saber qué hacéis?», nos preguntan. «Es que igual vienen a El Rasillo cuarenta refugiados sirios...». «Eso es genial, dice una de ellas. Pienso volver a este pueblo», dice en su arrebato solidario. El debate de después es para quedarse hasta medianoche.

Salvadora

Partimos a Pedroso. Bajo los nogales nos recibe Salvadora. Con ese nombre y este tema la imaginación vuela. Veintiún grados en Pedroso. Precioso escenario urbanístico y balcones con geranios de colores. Salvadora nos invita a entrar en la casa. Un fantástico relieve heráldico se salvó de la restauración. 'Casoplón', mejor dicho, con tres plantas como tres soles.

Espacios generosos que Salvadora cuida y adorna con alguna cosilla. Caben 70, pero la realidad es que falta lavadora, microondas y armarios. El espacio es generoso y hay un jardín con posibilidades.

Dormitorios y aseos por todas partes. «Organización y colaboración», expresa un vecino de Pedroso en un debate en la calle. Salvadora asiente: «Todo lo que sea hacer el bien..., pero igual en este pueblo, setenta personas es demasiado. La casa, con cincuenta sería lo óptimo. Su primo Rufino ve bien la acogida, le preocupa más que tengan una ocupación.

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